Represa del Sisga y Edificio Atrio: dos matrimonios extraordinarios

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La atención de eventos implica un gran reto logístico: el desplazamiento y el montaje de nuestras cocinas en el lugar donde se requiera. Generalmente, empacamos alimentos y equipos y los llevamos a escenarios como haciendas o salones adecuados específicamente para facilitar nuestro trabajo. Pero no siempre es así, y aquí explicaré dos matrimonios que significaron para Pierre Catering un verdadero desafío.

El desafío de la logística

Explicaré primero en qué consiste nuestro trabajo de logística. El servicio de comidas en un matrimonio, por ejemplo, tiene dos momentos: el alistamiento previo y la preparación en el lugar del evento.

En el primer caso, que suele ser platos fríos, postres y preparaciones anticipadas, trabajamos en nuestras cocinas ubicadas en Bogotá, luego empacamos los alimentos y los transportamos al lugar en camiones refrigerados.

Para el segundo caso, mientras los novios están en la ceremonia el equipo de cocina prepara los platos calientes y de última hora, lo cual es sencillo si el lugar del evento cuenta con espacios adecuados. Pero, si esto no es así, como en los dos casos que explicaré, todo se hace más complejo.

La atención de eventos excepcionales

Atendimos dos matrimonios muy especiales y cuyo festejo se realizó en espacios fuera de lo común: uno en una “playa” a orillas de la represa del Sisga (a 60 kilómetros de Bogotá), y otro en el piso 30 del majestuoso edificio Atrio, uno de los más llamativos de la capital.

En el Sisga el desafío fue transportar todo el montaje hasta la represa y garantizar un trabajo impecable que dejara intacto este hermoso paraje natural. Y en el Atrio, por su parte, el piso de más de mil metros cuadrados donde se realizó el evento estaba en obra gris, desocupado y sin puntos de energía, gas, agua o ventilación. Sobra decir que, en ambos casos, no teníamos a disposición nada parecido a una cocina.

Para cumplir con el reto en el Sisga tuvimos que hacer seis viajes de camión (refrigerados y estándar) y en el caso del edificio Atrio subimos y bajamos docenas de veces en un ascensor de carga con capacidad limitada.

Imaginen ustedes lo que implica trasladar hornos, estufas, freidoras, marmitas, cajas y cajas de menaje y cientos de kilos de alimentos que deben permanecer frescos y llegar intactos a su destino. Luego, instalar todo en espacios que no cuentan con las mínimas facilidades para alistar, preparar y servir el menú en perfecta coordinación y cumpliendo el cronograma con exactitud; para luego, una vez concluido el servicio y ya de madrugada, levantar, empacar y devolver todo, dejando los escenarios impecables y tal como los recibimos.

Esto es parte de nuestro trabajo, y 70 años de trayectoria nos han dado la experiencia suficiente para asumir los más complejos desafíos de logística sin que los anfitriones y ninguno de sus invitados se enteren de lo que ocurre tras bambalinas.

Dos menús muy particulares

Además de lo que he descrito, estos dos matrimonios fueron particulares, además, por el menú que los anfitriones eligieron. En el Sisga servimos un abanico de platos españoles, incluyendo sangrías, jamón ibérico cortado al momento, diversas tapas, un delicioso ravioli de rabo de toro y una estación de tres paellas (negra, de carnes y vegetariana).

En el caso de el edificio Atrio, los novios y sus respectivos hijos eligieron el menú con sus platos favoritos, incluyendo las entradas favoritas de la novia, un bœuf bourguignon con papas a la francesa seleccionado por el novio, y tres postres que sus hijos decidieron: brownies, cheesecake de maracuyá y pavlova de frutos rojos.

Después de tanta planeación y un trabajo comprometido por parte de todo nuestro equipo de cocina y de comedor, el resultado en ambos casos fue impecable y los anfitriones quedaron felices. Su sonrisa y su orgullo frente a los invitados es la mejor compensación para nuestra labor.

Pedro Vélez

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